La cavitación mejora la eficacia de la aireación en el tratamiento del agua. Gracias a la gran dinámica del campo de cavitación, el contacto entre el aire (u oxígeno puro) y el agua se intensifica considerablemente. En comparación con los sistemas de aireación existentes, se puede reducir el consumo de energía manteniendo el mismo rendimiento, lo que supone una gran ventaja, sobre todo para los procesos que consumen mucha energía.
- Aumento de la tasa de transferencia de oxígeno a través de microburbujas de gas
Cuando las burbujas de cavitación se colapsan, se crean burbujas secundarias que son significativamente más pequeñas que las burbujas de aire inyectadas convencionalmente. Tienen una mayor superficie específica, ascienden más lentamente, es decir, permanecen más tiempo y se disuelven con mayor eficacia en el agua. Esto supone una aportación de oxígeno significativamente mejor en comparación con los sistemas de aireación de burbujas gruesas.
- Mezcla intensiva a nivel micro
La cavitación genera fuertes microturbulencias y fuerzas de cizallamiento que favorecen una distribución uniforme del oxígeno por todo el reactor. De este modo, los microorganismos de los lodos activados están mejor abastecidos y requieren proporcionalmente menos oxígeno para el mismo efecto de degradación. Esto optimiza aún más el consumo de oxígeno.
- Reducción de la necesidad total de energía
A medida que aumenta el aporte de oxígeno por unidad de energía, puede reducirse la potencia de soplado necesaria (por ejemplo, para aire comprimido) o los sistemas de aireación existentes pueden funcionar de forma más eficiente. En muchas aplicaciones, la necesidad específica de energía (kWh/kg de O₂) disminuye considerablemente.